Por Jaime de Althaus GuarderasTal parece que el Gobierno se agotó o se asustó en la lucha por la aprobación de la revolucionaria Ley de Carrera Pública Magisterial. Hasta allí no más habría llegado su aliento reformista. Pues el proyecto de reglamento del próximo concurso para nombramiento de profesores, recientemente prepublicado, si bien lo es para el ingreso a la nueva carrera, recae en los mismos atavismos de siempre.
El centro educativo pone solo un 40% de la nota final para la aprobación. Pero ni siquiera eso: revisando los ítems, en verdad el centro educativo decide solo sobre el 14% de la nota total. Todo lo demás queda, una vez más, en manos del ministerio o de criterios puramente objetivos fijados por el ministerio. No solo eso: la participación de los padres de familia en los comités de evaluación, es prescindible: si no asisten no importa.
En la actualidad los centros educativos tampoco manejan su presupuesto. Este sigue controlado por las UGEL, las instancias administrativas intermedias. Las que, por lo tanto, deciden todo, y por lo general con mucha corrupción de por medio. Es necesario trasladar la plata y las decisiones a los colegios y escuelas, a la comunidad educativa local.
La propia implementación de la carrera pública magisterial meritocrática, que tanto costó aprobar, peligra. Diversas informaciones señalan que la capacitación puesta en marcha como resultado de la evaluación, es mala. Las universidades contratadas no tienen profesores suficientes o de suficiente calidad. Algunos maestros se retiran. Hay que cambiar radicalmente de método. Trahtemberg ha formulado una propuesta al respecto. Puede haber otras. Los maestros tienen que sentir que la capacitación les sirve para ascender en la carrera, y que los que aprenden tienen reconocimiento.c
El ministerio no parece tener ideas. Pero, a falta de ellas, podría convocar a los mejores educadores y empresarios del país para que ayuden a diseñar todo el proceso de implementación de la nueva carrera, incluyendo la capacitación. Y consultarlo con los propios maestros. Este momento es crucial y queda poco tiempo. En enero deben estar aprobados los reglamentos. Es algo en lo que no podemos fallar. Los maestros y los centros educativos deben incorporarse a una dinámica virtuosa de mejora constante que dé resultados y haga sentir mejor a todos. Sin eso no hay futuro.
Fuente:El Comercio
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