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martes, 22 de enero de 2008

EL GOBIERNO APRISTA Y EL FONAVI: DEL PERRO DEL HORTELANO AL PERRO MUERTO


La deuda con los aportantes al desaparecido Fondo Nacional de Vivienda existe. Forma parte de la deuda pública interna y el Tribunal Constitucional, en todos los idiomas, se ha encargado de reconocerla aplicando reconocidos principios de la Carta Magna.

En rigor, tiene la misma clase de existencia que la deuda pública con la banca internacional y, en teoría, no podría ser desconocida de un plumazo sin las mismas consecuencias que cuando en su primer gobierno Alan García pretendió desconocer la deuda con el Fondo Monetario Internacional.

Pero, claro, los fonavistas son gente común y corriente sin los medios coactivos con que cuenta esa entidad financiera mundial para poner en vereda al primer cristiano que aparezca con la peregrina idea de que no le debe nada y que se dé por bien pagada. Así y todo este colectivo ha luchado durante casi una década para que se le reconozca la deuda y lo ha logrado contra viento y marea, pese a ex ministros como Carlos Bruce que, en su oportunidad, creyeron que con mostrar las arcas vacías era suficiente para echar tierra y tapar los aportes a ese fondo.

Hoy que, después de tantas batallas legales y políticas se consigue que el Tribunal Constitucional ordene un referéndum para que se defina el pago del compromiso con los aportantes al Fonavi, el gobierno aprista echa mano de la cínica filosofía financiera de aquel empresario televisivo y aparece profetizando catástrofes en tono de amenaza en caso la ley le mande cumplir con sus obligaciones. “Tendremos que subir al IGV del 19 al 23%”, “la devolución afectará a los más pobres”, “no se puede saber quiénes fueron los aportantes”, son algunas de las tarugadas insolentes que desde el presidente de la República, hasta ministros y congresistas, usan para amedrentar a la población y la opinión pública respecto a esta deuda que el Estado contrajo y que no es susceptible de ser considerada impagable. Eso, en el lenguaje popular, no es otra cosa que el típico “perro muerto”.

Es muy posible que el Estado no tenga al momento la capacidad de devolver esos aportes porque, en su irresponsabilidad, los dilapidó en fines distintos a los que le dieron origen, por más elevados que hayan sido. Pero de ninguna manera esa incapacidad actual puede entenderse como una incapacidad absoluta condonatoria, porque los acreedores no han dado su consentimiento. De lo que puede hablarse, en todo caso, y con un tono de voz distinto, conciliatorio, contrito, compungido –no esa altanería presidencial y ministerial de quien supone que está realizando un favor a nadie–, es de una solución a mediano plazo en la que incluso el Estado deba realizar algún empréstito internacional para cumplir su obligación.

¿No hacemos así los ciudadanos comunes y silvestres cuando nos endeudamos? ¿Acaso la Sunat, la banca privada, la banca de consumo o los servicios públicos nos perdonan o aceptarían la tesis de que como no podemos pagar ya no existe deuda? ¿No debemos refinanciar, hacer nuevos préstamos y hasta vender propiedades para saldar los compromisos? ¿Por qué el Estado tendría que actuar de una manera distinta?Claro, a menos que en lugar de la Constitución y las leyes, el lema del gobierno y del Estado sea, ahora, el del cínico propietario de cierto canal de televisión: “Las deudas antiguas no se pagan; y las nuevas, hay que envejecerlas”.

VERDADES SOBRE EL FONAVI

Aqui las cosas son muy claras :
  1. El Fonavi fue una contribucion obligatoria que retuvo dinero de los trabajadores durante 19 años con la finalidad de proveer una vivienda para el aportante, mediante un crédito revolvente producto de dicho fondo.

  2. Durante esos 19 años el Fonavi jamás cumplió los fines para los que fue creado. Al punto que luego se suprimió para dar paso al impuesto de solidaridad.

  3. El Estado (en los diversos gobiernos que pasaron por palacio hasta la fecha) usó todos estos aportes para cualquier cosa menos para construir las prometidas viviendas.

  4. Al año siguiente de su eliminación se comenzó la batalla por la recuperación de los aportes para los fonavistas.

  5. Pasados los años Alan Garcia, como parte de su plataforma electoral para su candidatura presidencial, prometió luchar por la devolución de los fondos aportados a los Fonavistas. Obviamente, y vista la actitud del actual del mandatario frente al tema, era sólo un ardid para conquistar dichos votos.

  6. Luego que Alan Garcia juramentó como presidente se vió ante el apremio de tener que cumplir sus promesas. La situación de conflicto generada, entre la promesa de pago y la falta de los fondos, fue resuelta muy fácilmente, aplicando el viejo adagio de "prometer, prometer, prometer / hasta el dedo poder meter / una vez el dedo metido / olvidarse de lo prometido".

  7. Para ello usa todos los recursos legales para no hacer frente a la obligacion estatal. (aqui aplica aquella sentencia que señala : "Para mis amigos: TODO / para mis enemigos : La LEY").

  8. Los fonavistas insisten en reclamar su devolución como lo vienen haciendo desde hace años.

  9. El MEF no quiere pagar aduciendo que es un impuesto y por tanto no hay nada que devolver.

  10. Los fonavistas acuden a diversas vías hasta terminar en una solicitud de referendum impulsada ante el JNE.

  11. El JNE consulta al MEF respecto de la naturaleza de los aportes.

  12. El MEF señala que son impuestos.

  13. El JNE rechaza la solicitud de los fonavistas señalando que son impuesto y como tales no estan sujetos a referendum. Piden que el TC determine si, finalmente, el fonavi es o no un impuesto.

  14. El TC recibe la solicitud de aclaracion y determina que el FONAVI no es un impuesto.

  15. El JNE, por presiones del ejecutivo que no quiere pagar por que dicen que no hay plata, se niega a acatar el fallo del TC.
Como se ha señalado, la cosa es simple y sencilla. El TC es un órgano de interpretación de la Constitución. Fue consultado y respondió que el Fonavi no es un impuesto, en consecuencia queda expedito el camino al referéndum. Aqui no hay nada que conversar, pactar, reflexionar, conciliar o aclarar. La ley debe cumplirse, independientemente que nos guste o no.

Ahora aparecen también Velasquez Quesquen y Aurelio Pastor del Apra buscando excusas e interpretaciones antojadizas. Esta manga de gaznápiros, sanguijuelas y comechados, que son los que dan las leyes organicas y determinan las atribuciones de cada institución, ahora salen con la especie que hay que recortar las atribuciones del TC.

Y asi Alan Garcia pretende señalar que "el Perú no es una republiqueta bananera". Por los acontecimientos de estos últimos dias, podríamos decir que ni a republiqueta bananera llegamos, por que la totalidad de los monos del congreso se han tirado los bananos.

Colaboración: Herald.
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