En estas primeras semanas del año, aunque casi de manera imperceptible, el Ministerio de Educación ha anunciado una serie de iniciativas que, en teoría, podrían ayudar a la mejora de uno de los sectores en los que adolecemos de una pésima calidad en el servicio ofrecido a los ciudadanos.
De estos anuncios, cuatro han sido destacados:
- El Reglamento de la Ley de Carrera Magisterial,
- El anuncio que solo se tomará en cuenta a los egresados en el tercio superior de las facultades de Educación e Institutos Superiores para acceder a los puestos de docentes,
- Las 5,000 becas para que los mejores estudiantes del país puedan acceder a la tarea magisterial,
- El cambio de currículo educativo para el 2009.
Creo que todos convenimos en la necesidad de elevar la calidad de la educación. A estas alturas, es claro que no nos hemos adecuado a los cambios producidos durante estos años, ya no solo en materia de ciencia y tecnología, sino también en la importancia de formar ciudadanos con plena conciencia de sus derechos y que sean capaces de potenciar sus mejores capacidades en todos los planos de su vida. Es cierto que es imperiosa la necesidad de mejorar los niveles de aprendizaje en lenguaje y matemática, demostrada por diversos estudios internacionales en los últimos años, pero perder de vista este horizonte hace que se deje de lado lo que significa un proyecto educativo integral.
Y es allí donde encuentro la primera falla de este gobierno. Al margen que se haya hecho el gesto de "adoptar" el Proyecto Educativo Nacional elaborado por el Consejo Nacional de Educación - con el que Chang parece haberse peleado -, pareciera que no se tiene un proyecto definido en la materia con el cual se pueda definir toda la política educativa. Si no se va más allá del gesto, pues el PEN quedará puesto en una linda biblioteca junto a otras iniciativas de reforma que fueron elaboradas por técnicos convocados por el Estado y que se encuentran allí, listas para ser ejecutadas, pero sin voluntad existente para ello.
Con la inexistencia de un Proyecto en la práctica - por cierto, el PEN propuso una serie de medidas de emergencia, que habrá que revisar si es que han sido adoptadas -, pues los anuncios realizados simplemente serán parches coyunturales que, en efecto, pueden conseguir algunos logros limitados pero que no brindan una salida integral. De hecho, incluso varias de estos instrumentos han merecido críticas bien sustentadas por parte de expertos en educación, que señalan sus límites y reiteran la carencia de una visión que las comprenda en un todo único y armónico.
Pero, además, estas medidas no pueden darse en enfrentamiento con los docentes. Desafortunadamente, el Ministro Chang ha (mal)entendido que su principal tarea al frente de su sector es pelearse con la dirigencia del sindicato de maestros - que también tiene su cuota de responsabilidad en la pésima calidad educativa -, lo que es aplaudido por los medios más cercanos al gobierno, pero que refleja la poca visión politica que se tiene para hacer cambios. En medio de sus ataques, Chang termina enfrentándose con quienes deberían ser principales agentes de cambio: los demás docentes que pertenecen al sindicato, quienes desconfían de él, con legítima razón, al ver que el Ministro llega a extremos tales como retar al SUTEP para que haga una huelga en enero.
A esta mala imagen poco colabora la poca transparencia que tiene el Ministro en relación con una entidad de su propiedad. Y es que, de acuerdo a datos proporcionados por CONSUCODE, la Universidad San Martín de Porres ha quintuplicado sus ingresos con el Estado en el 2007. Un hecho que merece una investigación bastante seria y una explicación del Ministro que, en otras ocasiones, ha favorecido a la casa de estudios de la que sigue siendo dueño.
Tener una mejor educación no es solo un deber del Estado, sino también un derecho humano que todos debieramos coadyudar a conseguir. Esta reflexión de Constantino Carvallo, con la que cierro este post, quizás nos de mayores perspectivas sobre ello:
"El grave problema es que el país no tiene viabilidad, no solo económica, sino humana, moral, sin una profunda reforma de la educación. Entendida en sentido integral, ligada a la construcción de la igualdad, la paz y la posibilidad de la felicidad".
Pero parece que, a pocas cuadras de este Tercer Piso, José Antonio Chang mira su despacho y sus papeles sobre el escritorio, sin entender ni una sola letra de lo que acabo de citar. Al igual que la comprensión lectora en el país, su comprensión sobre la tarea educativa se encuentra en el último lugar.
MAS SOBRE EL TEMA:
Luis Jaime Cisneros: Las cinco mil becas
Mirko Lauer: Preguntas de un decano
León Thratemberg: Vanguardia Docente
Fernando Villarán: ¿Qué puede hacer el gobierno en los años que faltan?
Fuente: Desde el tercer piso.
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