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lunes, 25 de febrero de 2008

FALACIA MEDIOCRE


Mediocre es aquel que se rige bajo la ley del mínimo esfuerzo. Mediocre es quien afirma que no hay necesidad de esforzarse por un 20 cuando con 11 pueden aprobar. Mediocre es, en suma, quien no desea esforzarse para superarse a sí mismo.

El calificativo de mediocre o el sustantivo “mediocridad” (para ser más exacta) han empezado a ser empleados de una manera algo distinta. Ello ha ocurrido sobre todo, durante estos últimos días a raíz de las polémicas respecto al Decreto Supremo que ordena contratar solo a maestros egresados del Tercio Superior, y a la ley que fomenta la inversión en zonas aledañas a centros históricos en nuestro país.

Hoy domingo, me topé con un interesante (y revelador) texto de
Fritz Du Bois en el diario El Comercio. En este texto el columnista hizo alusión a lo que llama “el discreto encanto de la mediocridad” y manifestó que tras las opiniones contrarias a las medidas mencionadas en el párrafo anterior, existía en realidad un motor subyacente claro: el deseo de permanecer en la mediocridad.

Dudo que esta idea sea única del señor Du Bois, antes bien creo que se trata de una percepción compartida por algunos peruanos. Estuve pensando en este tema hace algunos días y hoy el texto de Du Bois me da la excusa perfecta para manifestarlo. No, no creo que se trate ni de un discreto encanto de la mediocridad, ni de mediocridad en lo absoluto.

El texto en cuestión revela un aspecto bastante superficial en el cual se detienen sobre todo quienes, entre otras cosas, comparten las ideas tan marcadas respecto a la empresa privada y su papel en el desarrollo nacional; el cual no cuestiono puesto que creo que sin duda resulta fundamental su presencia en el desarrollo del país. Ahora bien, no se puede meter a todos los opositores en un mismo saco. Tampoco, tampoco.

Para comenzar veamos un aspecto muy puntual, corto y tonto: al decir que somos mediocres estaríamos admitiendo que andamos aprobados al ras y que lo que no hacemos es mejorar, puesto que nos regimos por la ley del mínimo esfuerzo. Disculpen el pesimismo, pero en materia de educación al menos, andamos desaprobados.

Pero veamos otros aspectos.
La movilización en contra de la ley de Promoción del Desarrollo Sostenible de Servicios Turísticos, en el Cusco, no obedece al amor por la mediocridad. Aquí hay más cosas.Por un lado, la necesidad de las autoridades regionales por mantenerse en el poder y no sucumbir ante la ola de revocatorias, los lleva a apelar a discursos populistas e incluso exagerados que los acercan a la población. Por otro lado, esto se desprende de lo anterior, la aprobación presidencial al interior del país es baja y por ello conviene a las autoridades al interior, marcar distancia del gobierno central.

Finalmente, hay mucha desinformación (se dice que se venderá Machu Picchu) y de ello tienen culpa tanto los agitadores sociales irresponsables, las autoridades regionales y el gobierno central por no hacer calar su discurso y posición al interior del país. ¿Será que andan solo en Lima?En este caso, lo de la mediocridad podría ser un dato anecdótico que agregar a las otras razones enunciadas, aunque sinceramente, veo que se trata de una minoría muy pequeña. Aquí al menos, no hay a mi modo de ver, deseo de seguir en la mediocridad.

Ahora bien, en el caso de los docentes, la cosa es distinta. ¿Amor a la mediocridad en educación? No, no, no y no. ¿Y la ley?La ley de Carrera Pública Magisterial (ley de leyes como menciona
Carvallo en una entrevista publicada el día de hoy en Perú21) no dice ni pío al respecto. Es desde ya un indicador de que solo hay pincelazos aislados en el sector educación. ¡Eso es mediocridad! No la oposición a una norma que, para comenzar, no anda de la mano con la ley y, por otro, no garantiza nada.

A ver, si existen tantas instituciones de bajísima calidad trabajando en el país y permitiendo que de sus aulas egresen miles de docentes, (solo por si acaso, muchas de estas instituciones son privadas) ¿acaso el Tercio Superior de las mismas representará un cambio en la calidad educativa nacional? No lo creo.

Lo que se necesita es una reforma completa planificada a nivel nacional en el sector educativo que contemple, entre otras cosas, el cierre de las instituciones de mala calidad académica. El Estado no debe seguir “regalando” certificados a nombre de la nación a diestra y siniestra. Eso es mediocridad.

Hace un par de días mencioné la importancia de andarse con cuidado con los discursos y declaraciones de nuestros políticos. No sirve de nada polarizar a la ciudadanía bajo premisas como “ellos están contra el pueblo”. Bueno, afirmar que quienes se oponen a las normas se encuentran “a favor de la mediocridad” es bastante parecido y trae las mismas consecuencias. Ojo con eso, señor Du Bois.

Si se desea eliminar la antipatía o prejuicio negativo que se tiene de la empresa privada, debemos comenzar por eliminar posiciones tan dicotómicas. Aquí no hay mediocridad, se trata de temas mucho más complejos que parten de un escepticismo generalizado (y fundado) por parte de la población que no siente que el Estado es capaz de garantizarle nada.

Esa desconfianza frente al sistema es la que durante las elecciones pasadas nos jugó un mal (pésimo) rato; no creamos que se trata de amantes de la mediocridad. Se trata de personas que sienten que solo ellas pueden cambiar las cosas pues el sistema es muy corrupto. Ello es bastante peligroso y poniéndonos dicotómicos no lograremos nada. Es preciso empezar a posicionar al Estado al interior del país, para ello la descentralización es clave.

Finalmente, ojo con un detalle. El papel de la empresa privada es importante para el desarrollo del país, siempre que lo ocupe con las garantías necesarias y en los espacios pertinentes. No es su función (como varios creen) quitar responsabilidades al Estado, sino demostrar que se pueden lograr resultados óptimos cuando el trabajo se realiza con planificación, empeñó y constancia. De ese modo, se beneficia el país.

Pero no nos engañemos con la falacia “mediocre”. La empresa privada no es tampoco la solución a todo pues hay responsabilidades que debe cumplir el Estado. Nosotros los peruanos, debemos recordarlo.

Fuente: Blog Menoscanas.

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