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jueves, 10 de abril de 2008

LÓGICAS GOLPISTAS

Hace tres días, los peruanos recordamos el golpe del cinco de abril de 1992. Si bien siento que un recuento de lo que significó resultaría largo y redundante, una entrevista realizada a Luis Alfonso Morey, gerente general de canal 11 y ex fujimorista (defensor del golpe) me dio algunas ideas para escribir este post.

En un momento de la entrevista, Morey admite que el golpe del 5 de abril fue un error. Con ello, el Gerente General del canal de Belmont se posiciona en abierto desencuentro contra el golpe de aquel cinco de abril, hace ya 16 años. Pero ¿acaso no lo apoyó? Claro que sí. ¿Y ahora se retracta? Eso parece.

No me interesa evaluar aquí la verdad o falsedad del arrepentimiento de Morey, no me interesa tampoco especular (aunque no resulte muy difícil) sobre sus actuales cercanías políticas, ni me interesa indagar en cómo se separó del fujimorismo. Muy por otro lado, lo que me parece relevante es el mero hecho de que se retracte y no porque confíe en Morey, sino pues no se trata de la primera vez que alguien rectifica su postura frente al golpe.

¿Cuál es la lógica, si acaso hay una? Me inclinaría a decir, y sin justificar nada: la supervivencia.

El lunes pasado conversé con los alumnos del curso de Introducción a las CCPP (PUCP) respecto a temas varios y, curiosamente, uno que ocupó nuestra atención durante varios minutos fue el del instinto por la supervivencia que prima sobre el respeto a los derechos no solo de los demás, sino de uno mismo. Vale decir, uno considera positivo, en momento críticos extremos, la violación de los derechos (incluidos los propios) por el soberano.

Se trata de un palabreo que puede sonar algo exagerado, pero que no dista de la realidad y resulta funcional para el contexto en el cual nos detenemos. ¿Qué ocurría en 1992? El terrorismo era mucho más que una amenaza latente y a ello sumémosle el período de crisis económica que nos dejó el primer gobierno de García; ¿cuál es el resultado? una ciudadanía mucho más que descontenta: temerosa.

El miedo o temor por la propia vida es un motor lo suficientemente fuerte como para abrazar a aquel soberano que, en suma, encarna el “poder”; y, siendo francos y reconociéndome como una opositora total de las herramientas utilizadas por el gobernante de entonces, Fujimori supo jugar bien con esta variable del temor de masas.

Y lo interesante (porque no creo que sea del todo curioso) está justo en el masivo apoyo que Fujimori obtuvo por parte de la ciudadanía luego de aquel 5 de abril.

En términos de Schmitt (científico social alemán), Fujimori instituyó un “estado de excepción” y ejerció la “dictadura soberana”; en palabras sencillas digamos que tiró las leyes por la ventana, amparándose en el temor masivo y tomó esa decisión última en un momento crítico, en el cual (y esto es en general y no solo en el caso del golpe) es siempre una persona la que toma la decisión.

Pero la situación necesitaba de un contexto como el de entonces. Imaginemos a García declarando un “estado de excepción” y mandándose con un golpe. ¡Nada!, la gente no lo respaldaría y, por el contrario, protestaría reclamando que se respeten sus derechos.Ahora bien, una vez calmadas las aguas surgen las rectificaciones, los mea culpas y arrepentimientos. Ahí tenemos a Morey, pero yo no me atrevería a decir que confío en su rectificación, así que mejor no vayamos tan lejos. Preguntemos a los amigos, si es que en dicho momento vieron al golpe como necesario y les apuesto que en más de un caso, las respuestas nos sorprenderán.

Y entonces me pregunto (y a ustedes) ¿hasta qué punto el temor puede permitirnos priorizar la “supervivencia” frente al respeto de nuestros propios derechos? ¿Realmente se sobrevive de este modo?Esta pregunta resulta relevante no solo por la cercanía al cinco de abril (acaba de pasar), sino también porque se especula mucho sobre el contexto caótico que nos espera en el 2011. No vaya a ser que por salvarnos del infarto, cedamos nuestros derechos y, con ellos, no tan a la larga, nos perjudiquemos a todos. ¿Realmente la muerte sería más lenta?

Fuente: Blog menoscanas.
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