La guerra sucia anticastrista
El 6 de octubre de 1976, 73 personas perdieron la vida tras la explosión del vuelo 455 de Cubana de Aviación que cubría el trayecto Caracas -La Habana. La mayor parte del pasaje lo conformaban miembros de la delegación cubana del equipo de esgrima que había participado en los juegos Centroamericanos y del Caribe. Los jóvenes deportistas estaban eufóricos porque habían ganado medallas de oro en todas las categorías. Nunca pudieron disfrutar del homenaje y la celebración que les esperaba en su país.
A la altura de Barbados sus sueños se apagaron. No fue una accidente. Fue un despiadado atentado. Los presuntos organizadores de este acto terrorista fueron Orlando Bosch y Luis Posada Carriles, dos expertos en la guerra sucia anticastrista involucrados en decenas de atentados por todo el continente americano. Aunque hay abundantes pruebas en su contra –incluidos documentos del FBI- nunca han sido juzgados y condenados por este tema y tanto Venezuela como Cuba piden su extradición.
"Cualquier avión cubano es un avión de guerra y por tanto un blanco legítimo", justificó en aquellos años 'el angelito Bosch', que en 2006 apareció decrépito en una televisión de Miami para vomitar una nueva perla: "Todos lo que iban allí tenían que saber que en algún momento estaban cooperando con una tiranía".
En estos días el nombre de Luis Posada Carriles ha vuelto a protagonizar la portada del medio por excelencia de la capital del exilio cubano en Estados Unidos. El presunto terrorista se encuentra, a los 81 años, en libertad condicional a la espera de un juicio por entrar ilegalmente en Estados Unidos en 2005. Parece una broma Eso le parece al periodista cubano exiliado en Miami, Mas Lesnik, que durante los años 70 y 80 tuvo que soportar la violencia de sus compatriotas más radicales, que nunca le perdonaron ser partidario del diálogo entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos. Su revista Réplica, ubicada en Little Habana, fue presa de las bombas una y otra vez. "Que Posada Carriles vaya a ser juzgado por un delito sobre inmigración es cómo si detienen a Bin Laden y se le acusa de haber entrado ilegalmente en Pakistán y no de haber organizado el 11-S", se lamenta Lesnik.
La clave de este sorprendente proceso judicial puede estar en la mala conciencia de un gobierno que ha financiado actividades inconfesables por toda América Latina durante décadas. Y el problema es que al final de personajes como Bosch o Posada puedes esperarte cualquier cosa. Como que en una entrevista concedida en 1998 a la periodista Ann Louise Bardach para el 'The New York Times', Posada Carriles admitiera haber organizado los atentados terroristas contra intereses turísticos en Cuba del año anterior. Uno de ellos le costó la vida al ciudadano italiano Fabio Di Celmo. "Estaba en el lugar equivocado, en el momento equivocado", reconoce sin una leve muestra de arrepentimiento el organizador confeso del atentado. Posada reveló además a Bardach que el atentado lo financió la Fundación Cubano Americana, con sede en Miami, dirigida entonces por Jorge Mas Canosa aunque posteriormente lo desmintió.
La juez Kathlen Cardone ha limitado el acceso a parte de la información que está en su poder para el juicio contra Posada por fraude migratorio, perjurio y obstrucción a la justicia, que tendrá lugar el año que viene. En su poder están todas las cintas de la entrevista al presunto terrorista.
Max Lesnik, al que no le gustaría cruzarse con su viejo enemigo por La Pequeña Habana, apunta que toda ese material, que le quema las manos a la jueza, podría conectar las actividades de Posada Carriles en connivencia con las cloacas del servicio secreto de los Estados Unidos. En la cinta, el orgulloso luchador anticastrista asegura que duerme 8 horas diarias con la conciencia muy tranquila. Los familiares de las 73 personas que murieron en el vuelo de Cubana de Aviación y del turista italiano Fabio Di Celmo no logran, mientras tanto, despertar de su pesadilla.
Fuente: Manuel Aguilera Cristobal / Miami
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