Gabinete de bolsillos
Don Manuel González Prada escribió que en el Perú se suele escoger a los más ineptos para los más altos cargos. Tuvimos así a Nicolás de Piérola de jefe militar en la guerra del Pacífico. Fue un desastre con visos tragicómicos. Manuel Odría eligió para Director y luego ministro del Interior a Alejandro Esparza Zañartu, hasta entonces su proveedor de pisco. Fernando Belaunde puso de ministro del Interior a Luis Pércovich, boticario de Chimbote, quien dijo ser exitoso debido a que de niño se le apareció la Virgen de Fátima.
Alan García conoce el negocio. En su primer periodo nombró ministro de Pesquería a su compañero Rómulo León, quien era vendedor de muebles: hombre con mucha madera. Agustín Mantilla, hasta hacía como mensajero de Pesca Perú, resultó ministro del Interior.
Ahora tenemos un Consejo de Ministros cuya nota distintiva es que sabe más de negocios y vivezas, que de gobernabilidad. Por de pronto, el primer ministro es José Antonio Chang, quien conserva la cartera de Educación. Es alegremente célebre por sus bajísimas notas académicas, que obligaron a su separación de los claustros de la Universidad Católica. Se refugió en la Villarreal. Eso sí, ha sabido adueñarse de la Universidad San Martín de Porres con todo género de triquiñuelas y bufaladas.
Las campañas de Chang contra los maestros y sus organizaciones gremiales mostraron la fibra de este personaje que no ha enriquecido la Educación, pero sí se ha enriquecido con ella, y que ha superpoblado de apristas los órganos educativos.
El segundo cargo en importancia dentro del equipo lo ocupa Ismael Benavides Ferreyros, ministro de Economía. No soy brujo, pero el lunes 16 de agosto escribí en esta columna: “Benavides aspira a la cartera de Economía y Finanzas, para arreglar cuentas pendientes con el Interbank y para esconder una grave malversación de fondos que cometió cuando fue ministro de Agricultura en el actual período de García”.
En esa ocasión precisé que Benavides era el responsable del conflicto amazónico y del Baguazo, pues malversó dinero destinado al pago de compensaciones a los algodoneros y lo invirtió en pagar consultas y estudios jurídicos que redactaron siniestros decretos legislativos que causaron la tragedia de Bagua.
Un ministro flamante es Fernando Barrios. Sin saber nada de medicina, pero sí de comisiones para construir, fue presidente del Seguro Social. Ahora va a manejar fondos, gobernadores, vehículos y organismos que pueden servir para la campaña de 2011. Ojo, mucho ojo con él.
Llamativo es el caso de Jaime Thorne León, que pasa de Indecopi al vital ministerio de Defensa. En ese campo, es más inocente que Piérola. Su virtud está en el codo: lo empina con virtuosismo, con espirituoso virtuosismo.
Por lo pronto, me detengo aquí.
Fuente: César Lévano/La Primera.
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