Puno y Huancavelica nos están diciendo algo de lo que se viene.
El nuevo presidente debiera leer muy claramente el mensaje. Las provincias que también han ganado las elecciones y que han puesto a quien consideran su presidente en Palacio de Gobierno en Lima, ya no se van a quedar en sus lugares esperando la llegada de las comisiones llamadas de “alto nivel” para que vengan a discutir sobre sus problemas.
Ahora ellos empiezan a moverse hacia la capital donde está el viejo poder al que acaban de doblegar con sus votos y están diciendo que esta podría ser la dinámica de los siguientes meses y años. Pero la esencia de este proceso es que se trata de un dato anunciado.
Si el gobierno de Ollanta se inaugura presentando un proyecto para la aprobación de la ley de consulta de acuerdo al Convenio 169 de la OIT y estableciendo una moratoria de medio año o del tiempo que sea necesario para replantear una relación más equilibrada y mutuamente respetuosa entre las mineras y las comunidades, se estará abriendo un momento distinto.
Las famosas cifras de la Defensoría del Pueblo sobre conflictos ambientales caerían verticalmente y las clases medias limeñas que hoy se sienten intimidadas por las movilizaciones que ocupan sus calles sentirían que un gobierno de diálogo y concertación es mejor que uno de represión y subordinación a los intereses transnacionales, como el actual, que no ha hecho sino escalar los enfrentamientos.
Lo mismo puede decirse de otros problemas.
El caso de la Universidad de Tayacaja que está enfrentando a provincias hermanas del departamento más pobre del país no es sino uno más de los engendros de García capaz de sembrar el caos en los lugares menos pensados.
¿Cómo actuará el nuevo gobierno ante la demanda de los pueblos por una mayor oferta educativa y por recursos para sus universidades? Es verdad que no podemos tener una universidad por cada provincia y mantener invariable el presupuesto de Educación superior por departamento, con lo que se condena a los centros de estudios existentes y a los recién creados a languidecer.
Pero tampoco se puede enfrentar a una provincia olvidada que ha encontrado en la ley que crea su universidad un gesto inesperado del poder hacia ellos. Es decir ya no hay vuelta para atrás. Pero sí hay la opción de que el 28 de julio se anuncie el aumento de emergencia del presupuesto de Educación en todos los niveles y se cree una partida especial para la nueva universidad, sin afectar la de Huancavelica.
El punto central de todo esto es que se ponga punto final a la mirada centralista, racista y excluyente, que observa las demandas y movilizaciones como algo ajeno e incomprensible, movido por intereses oscuros y cuyo único aspecto resaltable serían los métodos violentos de algunos de sus actores. El nuevo presidente elegido por puneños, aimaras y quechuas, huancavelicanos de Tayacaja y Huancavelica, y de muchos otros pueblos pobres y postergados del país, tiene una extraordinaria oportunidad de cambiar el orden de las cosas.
Pero hay que estar claros: esto ocurre cuando la situación está más que madura para el desborde social. Lo estamos viendo. Por tanto, se puede concluir que el 28 de julio empieza el cambio, sí o sí, no hay vuelta que darle.
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