esde el 2005
la propuesta del Partido Nacionalista Peruano polarizó la voluntad de cambio
del pueblo peruano con un programa antiimperialista y democrático que
contemplaba la recuperación de los recursos energéticos, la anulación de los
contratos de la estabilidad tributaria lesivos al país, la implementación de un
impuesto a las sobre ganancias mineras, la revisión y anulación de los Tratados
de Libre Comercio colonialistas, la convocatoria de una Asamblea Constituyente,
etc.
Un programa que sustentaba el Proyecto de la gran Transformación
que se proponía romper con el modelo neoliberal imperante propugnando la
refundación de la República y la constitución de un nuevo estado democrático,
independiente y soberano. Tal era la propuesta básica para impulsar el desarrollo
y la industrialización del país, así como la satisfacción de las necesidades
sociales más urgentes del pueblo peruano.
Pero Ollanta Humala abandona el programa primigenio de cara a la
segunda vuelta, y, con asesores brasileños alquilados por el PT de Lula opta
por la llamada “Hoja de ruta” que elabora un sector de la izquierda mercenaria para
congraciarse con el ex presidente Toledo y el escritor Mario Vargas Llosa de
conocida predica liberal. En ella se compromete a hacer un gobierno de “concertación”
con el gran capital, a respetar el “estado de derecho”, el modelo económico y
la repudiada Constitución fujimorista del 93. En compensación ofrece
desarrollar una política de “inclusión social” para paliar la pobreza extrema
al estilo Lula.
Es así como el modelo brasileño se impone en otro país
latinoamericano, y contribuye a consolidar el expansionismo geopolítico de
Brasil como sub potencia económica en esta parte del continente americano. No
es casual que el gobierno de Ollanta se haya apresurado a blindar los mega
proyectos de inversión brasileña que busca el acceso al Pacífico así como
nuevas fuentes energéticas para su industria.
Ollanta ya de presidente, “ignora” que fue el pueblo movilizado
el que le dio la victoria y opta por formar un gobierno de unidad nacional con
la derecha derrotada en las urnas que es la que pasa a tomar las riendas del
estado. Como toque decorativo incluye en su primer gabinete a algunos
representantes de izquierda socialdemócrata para luego de un breve plazo deshacerse
de ellos y entregarse plenamente en brazos del gran capital y la oligarquía
criolla.
El gobierno se defiende con el argumento que su compromiso mayor
es con la “Hoja de Ruta” pues ella le aseguró la victoria. Pretende ignorar que
el grueso de su votación (33%) es por el programa primigenio, otro tanto para cerrarle
el paso a la mafia Fujimorista con quienes disputó la segunda vuelta, y solo un
pequeño porcentaje se puede atribuir a los sectores neoliberales que lo
apoyaron. Ollanta prefiere cumplir con esa pequeña porción liberal antes que
cumplir los compromisos con el pueblo. Lo que pudo interpretarse como una
táctica de última hora se ha convertido en la estrategia de su gobierno. Las
propuestas por el cambio se han diluido y ahora prima el más obsecuente
continuismo salpicado con un poco de asistencialismo para calmar a la
población.
Los gremios empresariales como la poderosa CONFIEP, la sociedad de
minería, la sociedad nacional de industria, la banca, etc. han pasado a apoyar
abiertamente al gobierno. Hasta el corrupto ex presidente Alan García, que hizo
campaña contra Ollanta, ahora le expresa su respaldo. A su vez el Presidente peruano
no ha demorado en alinearse con Washington y las potencias económicas con quiénes
sellaron un firme un compromiso en DAVOS. Allí ofreció poner en venta el país,
facilitar la inversión extranjera y mantener los contratos de estabilidad jurídica
con que las grandes empresas extranjeras evaden el pago de sus impuestos.
La prueba de fuego de su entrega al gran capital fue cuando
pretendió dar luz verde al Proyecto Minas CONGA que es repudiado por la
población de la región de Cajamarca, que se puso en pie de lucha con grandes
movilizaciones, paros y huelgas.
El proyecto minero en cuestión se propone desaparecer cuatro
lagunas cuyas aguas sirven de fuente vital para el consumo humano y la
agricultura de la región. Además sería explotado por la misma empresa Yanacocha
que es fuertemente repudiada por la población puesto que siendo la mina de oro
más grande de Sudamérica mantiene a Cajamarca entre los tres departamentos más
pobres del Perú.
Al igual que Bagua bajo el gobierno aprista, Conga se ha
convertido en una lucha emblemática que polariza el país. De un lado las
mineras y el gobierno con el apoyo de la oligarquía criolla y los medios de
prensa mercenarios, del otro lado el pueblo de Cajamarca y los pueblos de Perú que
manifiestan su apoyo puesto que sí Conga va como dice el presidente, se deja sentado
el precedente que lo mismo va a suceder ante cerca de 250 conflictos en potencia,
la mayoría de los cuales tiene base en la minería.
El pueblo de Cajamarca ha dicho CONGA NO VA y hará respetar su voluntad.
Los nacionalistas consecuentes tienen un lugar en esta lucha y no habrá medida
de orden o disciplinaria que lo impida. Sigue en pie la lucha por el proyecto
de la gran transformación, la lucha por la recuperación de nuestros recursos,
de nuestro gas y petróleo, la lucha por acabar con la constitución ilegal de
1993 vía una Asamblea Constituyente, la lucha por una verdadera integración latinoamericana
y la ruptura con los tratados y pactos colonialistas.
La Lucha Continúa, es una corriente socialista al interior del
PNP, y como tal brega por el derecho a
discrepar con la política oficial del gobierno y de la cúpula del partido nacionalista. Y hace un llamado a pronunciarse en todas las
instancias rechazando el nuevo curso emprendido por el presidente Ollanta Humala.
Hay que organizar una respuesta desde las bases al mismo tiempo que se toman
acciones de solidaridad con las lucha de los trabajadores y sectores populares que
son lo que le dieron la victoria
La lucha continúa …
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