La sustitución de la violencia por las mentiras y el boicot
forma parte de los golpes de estado modernos. Venezuela no escapa a ellos
LAURA BÉCQUER PASEIRO
¿Cómo derrocar a un
gobierno en cinco pasos? La respuesta se halla en el manual del politólogo norteamericano
Gene Sharp, quien ideó todo un libreto a seguir para tumbar a presidentes en el
siglo XXI. En su ensayo De la dictadura a la democracia, Sharp apuesta por un
cambio de metodología alejada de los tradicionales golpes de Estado militares
que a culetazo limpio derrocaron a gobiernos en décadas pasadas.
PROMOVER LA VIOLENCIA EN LAS CALLES FORMA
PARTE DE LA ESTRATEGIA. FOTO: YVKE MUNDIAL
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De lo que se trata ahora
es de combatir con "armas psicológicas, sociales, económicas y
políticas" ya que, a juicio del investigador del Instituto Albert Einstein
en Estados Unidos, "la violencia no es tan eficiente". En el texto
describe nada menos que 198 métodos para derrocar a gobiernos mediante lo que
se conoce como "golpes suaves", con medidas que van desde el
debilitamiento gubernamental hasta la fractura institucional.
Los mismos constan de
cinco etapas. Una primera en la cual se realizan acciones para generar un clima
de malestar. Luego, se desarrollan campañas en defensa de la libertad de prensa
y de los derechos humanos, además de constantes acusaciones contra el gobierno.
La tercera y cuarta fases se enfocan en la promoción de manifestaciones y
protestas violentas en las calles con el consiguiente desconocimiento y amenaza
a las instituciones; todo ello con operaciones de guerra psicológica y
desestabilización del gobierno, para generar un clima de ingobernabilidad. La
etapa final estaría centrada en forzar la renuncia del presidente a través de
una intensificación de las revueltas callejeras para controlar las
instituciones, y se va preparando el terreno para una intervención militar,
mientras se desarrolla una guerra civil prolongada y se logra el aislamiento
internacional del país.
CASO VENEZUELA
Este manual fue muy bien
empleado en Libia y se intenta finiquitar en Siria, mientras que en países como
Venezuela, se está aplicando actualmente.
En esa nación, desde el
pasado 12 de febrero estalló una ola de violencia y protestas en las calles
que, alentadas por la oposición, pretenden fomentar el caos y dar una imagen de
desestabilización interna, para, en el peor de los casos posible, justificar
una intervención extranjera.
Así piensan varios
analistas políticos, como es el caso del profesor universitario francés Salim
Lamrani, quien comentó a Granma que las actuales manifestaciones en Venezuela
"son una reminiscencia preocupante de los acontecimientos de abril del
2002, que desembocaron en un golpe de Estado contra el Gobierno elegido
democráticamente del presidente Hugo Chávez".
En ese sentido, rememora
que en ese año "protestas similares organizadas por la derecha venezolana
causaron varias víctimas, tanto entre los partidarios del Gobierno como entre
sus detractores. Sabemos lo que sucedió después: una parte del ejército en
connivencia con los medios privados del país y la oposición radical rompieron
el orden constitucional e impusieron una dictadura que afortunadamente solo
duró 48 horas gracias a la movilización masiva del pueblo".
El Doctor en Estudios
Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad París Sorbonne-París IV, añadió
que detrás de estos estudiantes —que están lejos de representar a todos los
estudiantes del país— se oculta la oposición golpista y antidemocrática,
apoyada política y financieramente por Estados Unidos. La oposición siempre se
ha negado a aceptar la voluntad popular desde 1998 y su objetivo es
desestabilizar el país con el fin de justificar luego un golpe de fuerza, dado
que ha sido incapaz desde 1998 de tomar el poder por la vía democrática, opta
por la violencia, acotó.
Entre los pretextos para
justificar estos actos violentos están la inseguridad y la vida cara. Para el
profesor Lamrani, resulta curioso ver que las tasas de criminalidad más
elevadas se ubican en los estados gobernados por la oposición. En cuanto a la
vida cara, se debe en gran parte a los especuladores que acaparan productos de
primera necesidad con el fin de crear penurias artificialmente.
Como una acotación
final, el también periodista estimó que la democracia venezolana está en grave
peligro a causa de las actividades violentas y subversivas de la oposición. Por
su parte, el investigador auxiliar del Centro de Investigaciones de Política
Internacional, Pável Alemán, se refirió al papel articulador de las fuerzas
opositoras a estos gobiernos que desempeñan los medios de difusión,
especialmente con el uso de las nuevas tecnologías a través de Internet, de los
blogs y de las redes sociales.
"La labor de
desinformación que se realiza sistemáticamente contra Venezuela, forma parte de
la creación de un ambiente, de un estado de opinión adverso al Gobierno
Bolivariano, que erosione su legitimidad nacional e internacional, para
provocar su aislamiento y caída. La pretensión es crear un efecto dominó a
escala regional, al reconocer en Venezuela a uno de los grandes dinamizadores
de los procesos de articulación regional que dieron vida a la ALBA, la UNASUR y
la CELAC, y reorientaron al MERCOSUR", añadió el profesor de la
Universidad de La Habana.
Desde una visión general
del asunto, explicó también que los sectores opuestos a esos cambios en América
Latina han probado deponer los gobiernos populares y democráticos a través de
golpes de Estado, han creado escenarios de violencia social y política para
generar una situación de ingobernabilidad, y han intentado que desde las
fuerzas revolucionarias o desde las fuerzas policiales y militares del Estado
controladas por esos gobiernos, se dé una respuesta violenta para justificar
entonces la legitimidad de un cambio político.
Es el mismo diseño de
las revoluciones de color en Europa Oriental y de las primaveras árabes,
adaptadas al contexto latinoamericano. De ahí que en esta escalada de violencia
generada por sectores opositores, corresponda el manejo político de la
situación, que demuestra inteligencia y habilidad política.
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