Había yo olvidado por completo la historia, hasta que un día a mí me pasó exactamente lo mismo, sólo que esta vez, en la oficina del ayuntamiento. La funcionaria era obviamente una mujer de carrera, eficiente, de mucha postura, y tenía un título muy despampanante que decía "Interrogadora Oficial". "¿Cuál es su ocupación?" me preguntó ella.
¿Qué me hizo contestarle esto? No lo sé. Las palabras simplemente salieron de mi boca. "Soy una Investigadora Asociada en el campo del Desarrollo Infantil y Relaciones Humanas."
La funcionaria se detuvo, el bolígrafo quedó congelado en el aire, y me miró como si no hubiese escuchado bien. Repetí el título lentamente, haciendo énfasis en las palabras más importantes.
Con una voz muy calmada y pausada, me escuché contestarle, "Tengo un programa continuo de investigación (qué madre no lo tiene) en el laboratorio y en el campo (normalmente me hubiera referido a lo anterior como adentro y afuera).
Estoy trabajando para mi maestría (la familia completa) y ya tengo cuatro créditos (todas mis hijas)."Por supuesto que el trabajo es uno de los que mayor demanda tiene en el campo de humanidades (¿alguna madre está en desacuerdo?) y usualmente trabajo 14 horas diarias (en realidad son más, como 24).
Pero el trabajo tiene muchos más retos que cualquier trabajo sencillo, y las remuneraciones más que solamente económicas, también están ligadas al área de la satisfacción personal.
Se podía sentir una creciente nota de respeto en la voz de la funcionaria, mientras completaba el formulario. Una vez terminado el proceso, se levantó de la silla y personalmente me acompañó a la puerta.
Al llegar a casa, emocionada por mi nueva carrera profesional, salieron a recibirme tres de mis asociadas del laboratorio, de 13, 7, y 3 años de edad.
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