¡Del Castillo al banquillo! - Las emocionantes aventuras comerciales de su hijo Miguel, "director de tecnologías de la información" del alanismo
Miguel Ángel del Castillo Reyes, hijo y representante comercial para operaciones con el Sector Público de su señor padre, el premier Jorge Castillo Gálvez. Seudo "dirigente aprista" nombrado a dedo por el papá, las actividades de este nuevo rico deben ser objeto de profunda investigación por la Comisión de Fiscalización del Congreso y la Oficina Nacional Anticorrupción.
En la historia política del Perú no es nuevo que el nepotismo camine de la mano con la corrupción. No llama la atención en nuestro país que los hijos, aprovechando el clima de corrupción generado por sus progenitores, operen como agentes propios y de sus padres en transacciones en las que una de las partes contratantes es el Estado.
El caso más conocido –y a la vez el más olvidado– es el del hijo del dictador Augusto Bernardino Leguía Salcedo. El retoño de Leguía, un sujeto de nombre Juan Leguía Swayne, coimeó a sus anchas en contratos y concesiones, preferentemente vinculados a los onerosos e improductivos empréstitos externos y adquisiciones de material naval decididos por papá Leguía. Entre otros casos, Leguía Swayne fue comprado con 415,000 dólares por la banca de inversión J. W. Seligman. Recibió además préstamos diversos y autorizaciones para sobregiros. De acuerdo a las declaraciones del señor Dennis, representante de J. W. Seligman en las sesiones de enero de 1932 del comité de investigación del Senado de los Estados Unidos, el papel de Juan Leguía Swayne consistió, únicamente, en no obstruir la contratación de los empréstitos. Nada más.
En el régimen de la corrupción presidido por el Leguía contemporáneo llamado Alan García Pérez, existen muchos Leguía Swaynes. Claro está, los apellidos no son de abolengo oligárquico, pero los rufianes son mucho más peligrosos que los hijos del Gigante del Pacífico que gobernó nuestro país en los años veinte del siglo pasado.
Hoy nos vamos a referir a uno de los Leguía Swaynes modernos, vinculado al premier Castillo Gálvez. Sin embargo, primero se hace necesario formular algunos comentarios sobre don Jorge. Como es conocido por los peruanos, el cínicamente corrupto premier de García pertenece a ese tipo de políticos tradicionales para el que la ideología, el programa y los intereses populares son lastres de los que debe prescindirse. Vulgar traficante de la política crematística, para Castillo Gálvez todo en el Perú es objeto de compra-venta, excepción hecha del Señor de los Milagros, cuya negociación corresponde en exclusividad a su cómplice García Pérez.
La primera vez que tuve contacto directo con las vivezas y pendejadas de Castillo Gálvez fue en 1989, cuando pude comprobar como siendo alcalde de Lima, Mafalda vendió a D'Onofrio la leche en polvo donada por la Comunidad Europea y destinada a ser usada en el programa del Vaso de Leche. Ése día percibí con claridad de lo que era capaz en busca de dinero el hoy primer ministro de García Pérez.
El pútrido Castillo Gálvez no se hace de rogar cuando se trata de mezclar nepotismo y corrupción. Tiene a la familia colocada en diversos puestos dependientes del erario público. Por ejemplo, recientemente se ha conocido que su primo hermano, un pocho que responde al nombre de Pedro Reynaldo Molina Gálvez, es el gerente ejecutivo de Plamol SRL, empresa favorecida con la compra de más de diez millones de soles por parte del Servicio Integral de Salud. El primo Molina Gálvez, además, es funcionario de la Dirección General de Juegos de Casino y Máquinas Tragamonedas, perteneciente al Ministerio de Comercio Exterior y Turismo. Como podrá apreciarse, la conexión castillista con la mafia no puede ser más directa…
Como segundo número puede mencionarse el caso de la sobrina de Castillo Gálvez, la señorita Mirella Gálvez Talledo, encargada de la administración de la oficina del tío en el Congreso. El nombre de la doncella salió a relucir tiempo atrás como intermediaria en las relaciones mantenidas por el hoy premier con los Wolfenson, dueños del esfínter fujimorista La Razón. Al nombre de la Gálvez Talledo podríamos añadir el de una de las cuñadas de Dedo Gordo, nombrada ventajosamente en un consulado peruano en el exterior.
Sin embargo, los anteriores casos son chauchilla si se les compara con las operaciones de uno de los hijos de Castillo Gálvez, un individuo que responde al nombre de Miguel Ángel del Castillo Reyes, a quien el premier promociona como “dirigente aprista" y “director de tecnologías de la información del PAP”. El zamarro Castillo Reyes sigue aceleradamente el ejemplo de Juan Leguía Swayne, pues no desperdicia oportunidad de aprovechar el poder que le confiere ser hijo de quién es. Papá, obviamente, lo avala en sus acciones.
El Miguel Ángel de la coima apareció por vez primera en el écran de la corrupción durante el régimen anterior, cuando como “director tecnológico” de la empresa ProRegiones le pasó una abultada factura al presidente de la Región Áncash, Freddy Ghilardi, por un supuesto convenio tecnológico. La factura de la viveza intentó ser cobrada por el hijo de Castillo Gálvez forzando la condición aprista de Ghilardi. ProRegiones fue creada por Castillo Reyes con la finalidad de utilizar en provecho propio los negocios que pudieran concertarse con los doce gobiernos regionales y trescientas municipalidades ganadas por el PAP durante el régimen toledista.El hijo del premier también patrulla la administración pública en busca de nuevas oportunidades para hacer buenos negocios. Inclusive, en el Ministerio de Salud su accionar aparece mezclado con la presentación de propuestas de adquisiciones para equipamiento de hospitales, negocios cuya continuidad exige la presencia del actual ministro de Salud, Carlos Vallejos Sologuren. Business que también explica el apoyo político conferido a Vallejos por la dupla García Pérez-Castillo Gálvez.
Realmente, si quiere combatirse la corrupción en el Perú, una de las decisiones que debería adoptarse sería investigar a Castillo Gálvez y seguir durante los últimos cinco años las actividades de su hijo, Miguel Ángel del Castillo Reyes, el nuevo Juan Leguía Swayne del leguiísmo garciísta.
Hacer públicas las operaciones de Miguel del Castillo traería una ventaja adicional para el país. Lograría algo más de estabilidad en los movimientos hacia el exterior de su señor padre, frecuente viajero entre Lima y Miami. Repitiendo los versos de la canción de Rubén Blades, no se sabe porqué, cada vez que el primer ministro de García llega al aeropuerto de esa ciudad estadounidense, los perros detectores de dinero en maletines comienzan a ladrar...
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