El pobre hombre quiere un salario digno, que le impida la envidia y le permita a su hija no desdentarse en el camino. Pero, pudiéndolo, no se lo dan. Perros del hortelano –aunque los perros de esta columna son distintos a los del doctor García: estos comen pero no dejan comer–.
A otro le prometieron que ese service, que cobra mil dólares por plaza de trabajo pero que sólo paga mil soles por jornadas de doce horas de lunes a sábado, iba a ser castigado. No sólo no lo han castigado sino que ha crecido porque ahora tiene en su no-planilla a más obreros de la misma empresa. Y es que Recursos Humanos les dijo: “o pasan al Service o se quedan sin nada”. Perros del hortelano.
A la comunidad de Ocopampa les entró la minería por la vía férrea de los hechos. Buenaventura –dicen muchos comuneros, pero nadie los escucha– ha secado puquios y manantiales y ha vuelto escaso lo que era maná de las lluvias. Los comuneros quieren llegar a un arreglo con la mina. La mina les manda a decir que no, que no hay nada que discutir. Ahora dicen que Ocopampa es un distrito narco-terrorista. Perros del hortelano.
El señor candidato aprista dijo en la campaña electoral que él no firmaría el TLC así como estaba y que se atrevería hasta a desconocer la firma de Alejandro Toledo si el tal tratado se firmara en esos días. Ahora el TLC está a punto de ser firmado por el mismo señor que lo repudió. Con el agravante de que en el camino se le han añadido sumisiones que afectarán gravemente a los agricultores que no exportan pero sí producen alimentos para el mercado interno. El candidato aprista censuró el entreguismo de Toledo en la época (2004) en que asistía a las marchas de la “comunista” CGTP y pateaba a quien le hiciera sombra. Perros del hortelano.
Cuando Haya de la Torre se puso a la derecha de Belaunde lo máximo que llegó a decir fue que la inversión extranjera era imprescindible siempre y cuando se supiera tratar bien con ella –es decir de igual a igual, en un contrato que implicase el parecido de los pares–. Lo que su discípulo y asesino doctrinario acaba de publicar en El Comercio no es Haya sino Ravines, no es Prialé sino Esparza, no es Sánchez sino Julio de la Piedra. Este Bruto que apuñala a su maestro desde el poder, ¿a qué categoría de hortelano pertenece?
En La Cantuta hay estudiantes rebeldes y anti-sistema. Pues ya hay una campaña para decirles senderistas, pro senderistas y filosenderistas. O sea que Kerosene puede proceder y Martín Rivas puede planear. Que capturen a esos estudiantes, que militaricen la universidad, que los maten a todos por si acaso y que esta vez no se olviden de los llaveros. Perros del hortelano.
Los cocaleros siembran coca y el gobierno no quiere que siembren coca. Pero no hay diálogo sino arrancón masivo de cocales, con la DEA vigilándolo todo como si el Perú ya hubiese sido comprado por completo. Y como no hay diálogo, puede haber violencia. Y como habrá más violencia, sin duda, entonces se dirá que el narcotráfico, que tantas narices ha reclutado en la política, el periodismo y las clases más bien altas, lo ha invadido todo y que todos los cocaleros son narcos. Perros del hortelano.
Volver a ser el país de siempre –esta plasta de país– fue la opción del civilismo perdedor (el de Pardo) y del anticivilismo vendedor (el de Leguía, que por poco no adquirió la nacionalidad estadounidense). Pero ahora es la opción sin remordimientos del único partido socialdemócrata que quedaba en las reservas. Si el Apra gobierna como el mariscal Benavides y la izquierda es un cóctel amable de Susana Villarán, ¿por qué no habrían de retornar las prédicas violentistas? Cuando Humala podía ganar las elecciones, los empresarios hablaron de inclusión y del nosotros social. Ahora hablan de lo bien que le va al BCP. Perros del hortelano.
Hay quienes piensan que el mundo está bien y no debe de cambiar. Ese lujo se lo pueden dar los países que están por encima de los 25,000 dólares de ingreso per cápita. Pero esos países han logrado lo imposible: que los pobres diablos de la política internacional, los países pobres que esperan hace décadas que el liberalismo ortodojo los saque del estancamiento, piensen como ellos y hagan coro con ellos en los foros donde se discute el futuro y la sostenibilidad de la actual economía. Esos pobres diablos de la escena internacional se sienten protagónicos porque Washington los felicita y la UE, madriguera del egoísmo, les da un abrazo. Perros del hortelano.
Porque se puede ser justo sin ser comunista y equitativo sin ser violento y firme ante la riquería mineralizada sin necesidad de apostar al apocalipsis. Y se puede ser socialista en la distribución y mixto en mil empresas y privado en otras mil y hasta estatal en algunas y el mundo no se cae, Madonna no deja de cantar y Bush no deja de burrear y el perro del hortelano no deja de levantar la pata. Pero para atreverse a eso hay que estar vivo y hay que odiar el calentamiento global y hay que ponerse el alma y volver al descontento alegre del que piensa que el mundo puede ser mejor.
Fuente: César Hildebrandt - La Primera
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