Existen individuos, para quienes el fin justifica los medios. Es decir la búsqueda de sus objetivos los lleva a jugar con las esperanzas, necesidades y urgencias de los demás. En otras palabras son amantes de la demagogia.
Los políticos de esta calaña, y que muestran una vez llegados al poder, un discurso y un accionar totalmente distinto al enunciado durante las campañas electorales; terminan por perder una herramienta extremadamente vital que determina las relaciones entre gobernantes y gobernados: La credibilidad.
La pérdida de la credibilidad indudablemente afecta la gobernabilidad de una nación. Los ciudadanos terminan por aceptar que cualquier discurso u ofrecimiento realizado por el gobernante no es real. Que las cifras de crecimiento, inflación, reducción de la pobreza tienen un matiz alejado de la situación real que vive su país. Es decir alguien que llegó a la presidencia, para luego pisotear su propio discurso; y echar en saco roto el ser consecuente con las ideas proclamadas, puede sin lugar a dudas disfrazar la realidad para manipularla a su favor.
Alan García, el primer mitómano de la Nación. Nuestro Maquiavelo recargado, debe sin lugar a duda ser el lider de la demagogia. Alguien que ofrecio renegociar los contratos lesivos a los intereses del Perú, desaparecer las services ( pequeñas instituciones de abusos y explotación laboral), y sobre todo exigir a las mineras pagar por las sobreganancias. Y que ahora hace exactamente lo contrario, no es más que un vulgar estafador e inmoral.
Observen el discurso del Garcia en campaña electoral: “El TLC sí, pero a prueba. Si el TLC lo firman vamos a ver cómo funciona, y si después de un tiempo vemos que están generando miseria, pues que pena pero hasta ahí nomás el TLC”,"Afirmó que un eventual gobierno suyo no nacionalizaría los recursos, sino que optaría por negociar mayores impuestos con las empresas que tienen sobreganancia.“El primer objetivo nacional es que el Perú se convierta en el país puente de Sudamérica. Creo que en este momento la renta minera es abundante. Podríamos negociar un poco más de impuestos pero eso no pasa por decir que nos vamos a apropiar de todo”, dijo.
Respecto del gas del Camisea y el elevado precio que tiene en el mercado, García afirmó que ese contrato sí debe ser revisado porque tiene una cláusula abusiva.“El gas es un escándalo, hay que renegociar ese contrato. Yo no soy Evo Morales pero el primer día de gobierno hay que reunirse con esas empresas para ver esa cláusula que permite que si sube el petróleo suba el gas en los hogares peruanos”, sostuvo.
El García actual, defiende el statu quo y se arrodilla frente a las transnacionales que se llenan los bolsillos, mientras miles de peruanos sufren pobreza y los efectos de una contaminación minera salvaje y que ha colocado a una zona del Perú entre una de las 10 más contaminadas del planeta.
EL GAS MÁS CARO
Escrito por Sandra Bellido/La República
Mientras que en Lima el balón de gas cuesta 30 soles, en la provincia de La Convención (Cusco) ¡45 soles! Sí, señores, como lo leen, ¡45 soles! El asunto no tendría nada de raro si es que en La Convención no se ubicara el yacimiento de gas de Camisea. Es de ahí de donde se extrae el gas para el consumo interno y para su exportación. Sin embargo, la dueña del gas no se beneficia del mismo. Un gran número de hogares no utiliza esta energía, cocinan con leña. La selva abastece gratis la materia prima. Contradicciones de la vida.
Ninguneando a las regiones andinas del sur, el gobierno central ha decidido, una vez más, darles un puntapié. La priorización de la construcción del gasoducto costero por sobre el andino postergará las aspiraciones de desarrollo de esta zona. Qué duda cabe, esta decisión abrirá una nueva brecha en las ya tirantes relaciones entre el Ejecutivo y los gobiernos regionales.
Así como La Convención es una de las provincias a las que se les cobra el gas más caro del Perú, lo mismo sucede en Sudamérica.
En Chile, que no es productor de gas, un balón cuesta 22 soles, en Bolivia 9 soles y en Venezuela 4.50 soles. La pregunta del millón es: de qué nos sirve tener el yacimiento de Camisea si tenemos el gas más caro de esta parte del continente. Cuando se inició la explotación del gas de Camisea se nos vendió la idea de que el precio del balón de gas iba a disminuir. Sólo quedó en idea. Seguimos pagando el gas más caro de Sudamérica.
Fuente: Weblog Nauseapolítica.
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