Escribo este artículo inmensamente triste por la institución en la que practiqué durante un año y que ayer dejé, pero siento como mi obligación hacerlo.
Dos hechos recientes y de importancia han ocurrido en esta semana en relación al Tribunal Constitucional: La sentencia de habeas corpus denominada el caso El Frontón, y la elección del magistrado Juan Vergara como presidente del TC. Y hay una característica común entre estos dos, son expresión triste de una institución que se hunde como el Titanic.
En relación a la sentencia del caso El Frontón, el TC decidió en mayoría (con los votos de los magistrados Mesía, Vergara, Calle y Álvarez) declarar improcedente el recurso presentado por el IDL, contra los votos en minoría (Landa, Eto y Beaumont) que decidieron por declarar fundado el recurso (esto último con algunos matices que no hace falta desarrollar).
En buena cuenta, la mayoría decidió por admitir la posibilidad que los delitos de graves violaciones a los derechos humanos prescriban tan igual como los delitos comunes; contraviniendo sentencias emitidas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, jurisdicción a la que el estado peruano se encuentra vinculado, pero además contraviniendo la propia posición que ya había adoptado al TC al respecto ¡con carácter de precedente vinculante!
Una vergüenza lo que se ha hecho. No existe otra forma de calificarlo. La sentencia no tiene ningún argumento siquiera cerca de la decencia académica (donde por cierto la tolerancia es más amplia). Los fundamentos que sustentan esa decisión mayoritaria los han puesto porque están obligados a motivar sus decisiones. La verdad, triste verdad, es que la política ha demostrado una vez más que es más grande que el derecho, al menos en el Perú (Sí, Alan, tú eres más poderoso que nuestro estado derecho, todavía lo eres).
En relación a la elección de Juan Vergara, considero que es consecuencia del acaparamiento aprista dentro del TC. Es decir, es lo mejor que pudo lograr el que se agruparan Beuamont, Calle y Landa, las semanas anteriores: que no sea Presidente el sátrapa de Mesía. Pero Vergara, de ninguna forma es la mejor opción, tiene una formación judicialista que no es acorde a una institución que ha logrado tanto por el Estado Constitucional de Derecho.
Pero lo peor de esta elección, es que se eligió por mayoría como vicepresidente a Carlos Mesía, apristoide, que ni siquiera convicción errónea tiene (como Vergara), simplemente se mueve de acuerdo a lo que el poder le diga. Nuevamente, la verdad, la triste verdad, es que el nivel de los magistrados de ahora (quito del saco sólo a Landa y Beaumont) es del nivel que conozco (desde dentro) de los congresistas: incapacidad, indiferencia, inmoralidad.
Ayer, mientras hablaba el recientemente electo presidente del TC, en el discurso frente a todo el personal del TC en un almuerzo de confraternindad, pusieron como fondo musical las melodías de la película Titanic. Fue una coincidencia brillante, la metáfora se construyó por sí sola: se hunde el TC cual Titanic. Y de la catadura de los nuevos magistrados, en mi opinión, ya no podemos esperar nada, estamos muy cerca (si ya no llegamos) de que el TC se ponga en venta, por plata, por sucia plata.
PD.: Con más tiempo ahora, volverá a escribir con mucha más frecuencia.
Fuente: josesaldana.blogspot.com
Fuente: josesaldana.blogspot.com
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