La libertad religiosa en nombre del Señor
En días pasados, el presidente Alan García promulgó la Ley Nº 29635, Ley de Libertad Religiosa, pero mi tema no es el religioso, sino lo económico, dejemos a Dios tranquilo, que él siempre velará por nosotros, a pesar de todo.
Cuando Pizarro llegó a conquistar el Imperio de los Incas, lo hizo junto a Almagro y al cura Valverde, llegaron sin nada más que su ambición por el oro y con espíritu aventurero.
Cuando el general San Martín proclamó la independencia del Perú, junto a él estuvo el arzobispo Bartolomé María de Las Heras Navarro. Siempre la Iglesia junto al poder de las botas.
Para ese entonces, la Iglesia ya tenía grandes propiedades, terrenos, haciendas, joyas e inmuebles, en todo el tiempo que duró el virreinato y los primeros años de la república, la Iglesia no hizo sino enriquecerse a costa de la expropiación y explotación de esclavos. Y todo en nombre de Dios.
He tenido la oportunidad de visitar varias veces el Vaticano, la riqueza, seguro que allí hay oro peruano y el lujo que se observa es igual o mayor que al castillo de Versalles, en Francia, y mi indignación tal vez mucho más. La Iglesia habla de humildad, de pobreza, de caridad, pero no lo practica, los grandes jerarcas de la Iglesia viven en la opulencia como jefes de estado o artistas de cine, se desplazan en grandes y lujosos automóviles con seguridad personal.
En nuestro país, los colegios religiosos acaso no son los más caros y exclusivos, ¿qué autoridad educativa ha fiscalizado el cobro de matrículas, las cuotas de la Apafa, la venta de uniformes y útiles escolares? Ninguna.
Tal vez tengan miedo a la ira de Dios.
Pero esta ley viene con premio para todas las religiones, tienen beneficios tributarios; desde que el dictador Morales Bermúdez firmó el Concordato con el Vaticano, la Iglesia Católica y sus integrantes han pasado a formar parte de la burocracia estatal. El Estado Peruano, vía el Ministerio de Justicia, paga los sueldos al personal eclesiástico y civil de la Iglesia, teniendo la facultad de fundar colegios y universidades sin más requisito que el deseo de hacerlo, por así decirlo, exonerando de todo pago por compras de bienes y servicios de IGV, alcabala, predios, etc., etc., pero cuando necesitamos de sus servicios, misas, matrimonios o bautizos tenemos que pagar, ¿acaso el Estado no paga por esto, para que nos sirvan?, ¿acaso ellos no son los soldados de Cristo que nos defienden del mal?, es como si a los soldados de la patria les pagáramos aparte para que nos defiendan del ejército invasor.
Últimamente, el Estado ha dado S/. 700,000 soles para arreglar el piso de la catedral de nuestra ciudad. Con ese dinero se ha podido mejorar la infraestructura y equipar los alberges de niños de nuestra región. El Vaticano tiene suficiente dinero y riqueza como para refaccionar sus propiedades que están en territorio extranjero.
Cuando se trata de dinero todas las religiones, hacen causan común, todo en nombre de la pobreza y de Dios.
Cuando Pizarro llegó a conquistar el Imperio de los Incas, lo hizo junto a Almagro y al cura Valverde, llegaron sin nada más que su ambición por el oro y con espíritu aventurero.
Cuando el general San Martín proclamó la independencia del Perú, junto a él estuvo el arzobispo Bartolomé María de Las Heras Navarro. Siempre la Iglesia junto al poder de las botas.
Para ese entonces, la Iglesia ya tenía grandes propiedades, terrenos, haciendas, joyas e inmuebles, en todo el tiempo que duró el virreinato y los primeros años de la república, la Iglesia no hizo sino enriquecerse a costa de la expropiación y explotación de esclavos. Y todo en nombre de Dios.
He tenido la oportunidad de visitar varias veces el Vaticano, la riqueza, seguro que allí hay oro peruano y el lujo que se observa es igual o mayor que al castillo de Versalles, en Francia, y mi indignación tal vez mucho más. La Iglesia habla de humildad, de pobreza, de caridad, pero no lo practica, los grandes jerarcas de la Iglesia viven en la opulencia como jefes de estado o artistas de cine, se desplazan en grandes y lujosos automóviles con seguridad personal.
En nuestro país, los colegios religiosos acaso no son los más caros y exclusivos, ¿qué autoridad educativa ha fiscalizado el cobro de matrículas, las cuotas de la Apafa, la venta de uniformes y útiles escolares? Ninguna.
Tal vez tengan miedo a la ira de Dios.
Pero esta ley viene con premio para todas las religiones, tienen beneficios tributarios; desde que el dictador Morales Bermúdez firmó el Concordato con el Vaticano, la Iglesia Católica y sus integrantes han pasado a formar parte de la burocracia estatal. El Estado Peruano, vía el Ministerio de Justicia, paga los sueldos al personal eclesiástico y civil de la Iglesia, teniendo la facultad de fundar colegios y universidades sin más requisito que el deseo de hacerlo, por así decirlo, exonerando de todo pago por compras de bienes y servicios de IGV, alcabala, predios, etc., etc., pero cuando necesitamos de sus servicios, misas, matrimonios o bautizos tenemos que pagar, ¿acaso el Estado no paga por esto, para que nos sirvan?, ¿acaso ellos no son los soldados de Cristo que nos defienden del mal?, es como si a los soldados de la patria les pagáramos aparte para que nos defiendan del ejército invasor.
Últimamente, el Estado ha dado S/. 700,000 soles para arreglar el piso de la catedral de nuestra ciudad. Con ese dinero se ha podido mejorar la infraestructura y equipar los alberges de niños de nuestra región. El Vaticano tiene suficiente dinero y riqueza como para refaccionar sus propiedades que están en territorio extranjero.
Cuando se trata de dinero todas las religiones, hacen causan común, todo en nombre de la pobreza y de Dios.
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