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lunes, 23 de junio de 2008

¡SÍ, SE PUDO EN MOQUEGUA!


El "moqueguazo" comenzó a gestarse en marzo
del 2007, cuando se anunció que Tacna, por tercer año,
iba a recibir una mayor partida de canon minero, aunque
Moquegua producía más cobre. En esa oportunidad
se consultó a los ministerios de Energía y Minas y de
Economía y Finanzas, que explicaron que "se trataba
de la aplicación del reglamento".

En marzo de este año se reveló que Tacna recibiría 711
millones de soles de canon frente a los 244 millones de
Moquegua. Los dirigentes del Frente de Defensa de
los Intereses de esta región convocaron entonces a un
paro de 48 horas el 4 y el 5 de junio.

En aquel momento, según los dirigentes, el premier
Jorge del Castillo les reconoció que su reclamo era justo,
pero el 9 de junio,
el premier cambió su
versión y les dijo que no había nada que hacer.

Moquegua: memoria y perspectivas

Hace seis años, el 12 de junio del 2002, se inició el levantamiento del pueblo de Arequipa contra la privatización de las empresas eléctricas locales. El conflicto enardeció y unió al pueblo mistiano, duró siete días y terminó en victoria popular.

Impresiona el paralelismo cronológico con la reciente crisis de Moquegua que también se inflamó el 12 de junio y concluyó el 19, con triunfo del pueblo, gracias ante todo a la unidad y la energía de masas. Pero la semejanza no se detiene allí.

En el caso de Arequipa, el general de división arequipeño Oscar Gómez de la Torre, en vista del ímpetu de la protesta ciudadana, fue nombrado jefe del comando político militar que asumió el control interno de Arequipa, que había sido declarada en estado de emergencia. Es decir, se habían suspendido los derechos constitucionales relativos a la libertad y seguridad personal, la inviolabilidad del domicilio y la libertad de reunión y tránsito.

Hubo choques entre la fuerza pública y el pueblo arequipeño, de los cuales resultó muerto un estudiante.

Las amenazas represivas del presidente Alejandro Toledo y su vicepresidente Raúl Diez Canseco no encontraron eco al pie del volcán. El pueblo triunfó.

Pero hubo luego una baja inesperada. El general Gómez de la Torre fue retirado del mando militar y del servicio activo. Poco después el general Gómez de la Torre declaró: “Yo me negué a usar las armas contra el pueblo”. Lo cual quiere decir que alguien en el poder le dio esa orden homicida, que él se negó a acatar.

Ahora, en el caso de Moquegua, el general de la Policía Alberto Jordán Brignole ha sido reemplazado en la XI Dirección Territorial. Desde el presidente Alan García hasta sus corifeos mediáticos lo acusan de cobardía y lo culpan de haber estimulado, con su ineptitud, la movilización moqueguana.

El general ha aclarado, y los testimonios más serios le otorgan razón, que la ira moqueguana se exacerbó cuando un coronel de la Dirección de Operaciones Especiales ordenó atacar con gases lacrimógenos a la multitud. “Esa orden llegó de Lima”, asegura. Ello ocurrió cuando él dialogaba con el padre Martín Ayala en pos de una salida pacífica.

Para variar, el Cardenal Luis Cipriani ha declarado: “El principio de autoridad, cuando se ha perdido el respeto al orden público, no se recupera sólo con palabras”. Es decir, en esas circunstancias hay que meter bala, porque las vidas humanas resultan una cojudez.

El presidente del Consejo de Ministros, Jorge del Castillo, amenaza ahora -después de resuelto el conflicto- con enjuiciar a los responsables de los desórdenes en Moquegua. Sin duda que su bravata será apoyada por la prensa a su servicio; pero puede volver a despertar la indignación de Moquegua.

¡Ahorre hígado y dinero, señor premier!


Fuente: César Lévano.



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