Esta es la carta de renuncia de Verónika Mendoza, una verdadera nacionalista, que defiende a su pueblo que la eligió
como Congresista:
Me dirijo al pueblo peruano en
general y al Cusco en particular, especialmente a los jóvenes, que sienten que
ya no podemos seguir tolerando las inaceptables injusticias que persisten en
nuestro país. En esta perspectiva, quiero unir mi voz a aquella ciudadanía que
votó por el proyecto del PNP-Gana Perú en las elecciones del 2011 como una
forma de afirmar la democracia contra la mafia que usurpó el poder en la década
del noventa, así como contra la mala herencia que nos ha dejado, sobre todo, en
las formas de relacionarse con el pueblo y sus organizaciones.
A casi un año de gestión del
actual gobierno, quiero expresar mi profunda decepción por su actual
orientación y comportamiento. El gobierno ha seguido una senda que lo ha
alejado progresivamente de los objetivos y de los principios de la Gran
Transformación, y en muchos aspectos, también de la Hoja de Ruta.
Hemos pasado de la promesa de
un Ollanta Humala que declara en la plaza Dos de Mayo el día de su elección que
“su único jefe es y será el pueblo peruano” y que se compromete a realizar
cambios profundos, a un gobierno que continúa el modelo neoliberal. Un modelo
primario exportador que no genera desarrollo intercultural y democrático, ni
mercados locales articulados, que mantiene la precarización del trabajo y que
defiende los intereses de los grupos de poder económicos, entre los que
destacan los intereses de las industrias extractivas, las cuales imponen sus
proyectos sin licencia social y afectan gravemente ecosistemas valiosos.
CRIMINALIZACIÓN
DE LA PROTESTA Y VULNERACIÓN DE LA INSTITUCIONALIDAD DEMOCRÁTICA
Mantener el modelo económico
neoliberal significa pues imponerlo, y eso deviene en conflictos sociales que
el gobierno ha venido enfrentando brutalmente con la represión de la protesta
social. Encabeza el actual gabinete una persona que declara admirar al dictador
Alberto Fujimori y tenemos como Ministro del Interior a un oficial retirado del
Ejército que firmó la “deshonrosa acta de sujeción” de Montesinos. Esto
configura un régimen que ya viene siendo caracterizado como “minero-militar”.
El premier Valdéz carga con la responsabilidad política de muertos, heridos y
de detenciones humillantes y arbitrarias de autoridades locales como el alcalde
Mollohuanca y de miembros de instituciones de defensa de los derechos humanos
que actuaban para evitar la violencia durante el conflicto.
Este es un patrón de
comportamiento instaurado por gobiernos anteriores que se repite en cuanto
conflicto social se produce. Esta política es opuesta a la promesa de diálogo,
de justicia social y de dar prioridad a procesos de construcción de un Estado
Social de Derecho y de una nueva institucionalidad socio-ambiental que
garanticen los derechos de las personas y los pueblos, como por ejemplo el
ordenamiento territorial, que fue uno de los principales compromisos del Presidente.
El país debe saber que las
demandas de los pueblos son justas y que se originan en un malestar genuino, no
en “informes” o “azuzadores”. La represión como un resorte automático frente a
las demandas populares genera más resistencia de la gente, cayendo en un
círculo vicioso. No obstante, condenamos tajantemente todo tipo de violencia
venga de donde venga. Es necesario que las organizaciones sociales, la sociedad
civil y todos los sectores que expresan su malestar por la imposición de las
industrias extractivas se manifiesten de forma democrática, organizada y
pacífica. Ni un muerto más, ni civiles ni personal policial. ¡Ni un muerto más!
Hago un llamado a defender la vida con la vida, no con la muerte.
LA GRAN
TRANSFORMACIÓN SÍ ES POSIBLE
He sido consecuente y leal como
militante fundadora del Partido Nacionalista Peruano y he impulsado el trabajo
partidario de sus bases en mi región, el Cusco. En la tarea de congresista que
me encomendó el pueblo del Cusco he trabajado con esfuerzo y dignidad. Dan
cuenta de esto mis iniciativas legislativas en materia de consulta previa y de
fortalecimiento de la institucionalidad socio-ambiental que el país requiere
con dramática urgencia. He tratado de expresar mis cuestionamientos y
preocupaciones respecto de lo que aprecio como un rumbo equivocado del gobierno
en reuniones y conversaciones con militantes y con dirigentes del partido.
Constato que mi voz de alerta no ha sido escuchada y que, para serlo, debe
sumarse al clamor popular, con claridad y transparencia. No he sido yo quien se
ha alejado de los principios del partido, no he sido yo quien los ha
traicionado, más bien, por actuar consecuentemente, he sido víctima de una
campaña de mentiras que los grupos de poder, los medios han montado en mi
contra, con el asentimiento del Ejecutivo. En estas condiciones, he tomado la
difícil decisión de renunciar a mi condición de militante del PNP y a mi
condición de integrante de la bancada del Partido en el Congreso de la
República.
Creo que los millones de votos
que obtuvo la alianza PNP-Gana Perú, y los otros millones de peruanos que
votaron contra el fujimorismo y el neoliberalismo sin ser nacionalistas,
requerimos de una nueva expresión política. Estas peruanas y peruanos no están
siendo escuchados, ni representados por el gobierno. Por ello, asumo desde este
momento la misión de ser una oposición democrática, popular y dialogante, que
realizaré en coordinación y en respuesta a las demandas de los que me eligieron
y de todos los sectores sociales que exigen respeto a sus legítimos derechos.
El Perú urge de una gran transformación. Mi compromiso y mis esfuerzos antes,
ahora y siempre van en ese sentido.
Agradezco el respaldo de
sectores de la bancada PNP-Gana Perú y del Partido Nacionalista Peruano en esta
compleja coyuntura, porque sé que no es solo un apoyo personal, sino también un
respaldo a las luchas populares y una afirmación de los principios que nos
unieron y nos seguirán uniendo.
Me sumo a todos aquellos que
siguen creyendo que otro Perú es posible, con solidaridad, justicia y paz
social.
Verónika Mendoza
Congresista de le República
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